La residente María del Pilar Pavón hace un recorrido por el uso de la inteligencia artificial (IA) como los robot artistas, para abordarla como elemento creador de ‘arte’ y generadora de diversas controversias en este sector y en otros muchos.

Hace poco que nos enteramos de los resultados de los Sony World Photography Awards, y resulta que la foto ganadora causó un gran revuelo: a primera vista, The Electrician parecía una imagen en blanco y negro tomada por un profesional, pero su autor, Boris Eldagsen, confesó que no era una fotografía como tal, sino que la había hecho una Inteligencia Artificial (una IA). Es increíble que la supuesta foto haya logrado pasar por las manos del jurado sin que nadie se diera cuenta de lo que realmente era, aunque ese resultó ser el propósito del autor: mostrarnos lo sencillo que era engañarnos cuando se trataba de IAs.

Obviamente, Boris renunció a su premio, pero no es la primera vez que ha ocurrido algo así. El año pasado, la obra Théâtre D’opéra Spatial fue galardonada en la Feria Estatal de Colorado, y también había sido hecha por una IA (y un poquito de Photoshop). En esta ocasión, el premio sí que tuvo que entregarse.

Hoy podemos decir sin miedo a equivocarnos que hemos entrado de lleno en la era de las IAs. Ya no queda prácticamente nada que se les escape a estos algoritmos: te componen música, leen cualquier texto con tu voz (o la de cualquier famoso), inventan caras de personas que no existen, hacen anuncios de pizza… Sin contar con los textos que pueden escribir: Chat GPT te elabora resúmenes, artículos y hasta poemas, y está al alcance de todos; incluso se usa ya para los deberes del colegio. Ha dejado a más de uno con la boca abierta, y a algún profesor sin manera de poder evaluar la tarea.

Los robot artistas

Pero movámonos al ámbito de la pintura. Ya no hace falta que aprendas a dibujar: tienes a Dall-E, a Midjourney, a Craiyon, a WOMBO… Totalmente gratuitas, sin copyright y fáciles de usar; te las puedes descargar en el móvil. Así cualquiera, dándole a dos botones, tiene un dibujo único de sí mismo, o del protagonista de su novela, o de su personaje favorito. Incluso puedes pedirle a la IA que te lo haga en el estilo del artista que más te gusta, o a partir de una foto. No hay nada malo en ello, ¿no?

Bueno, pues precisamente aquí está el caso. Para hacer un dibujo, la IA tiene que buscar cientos de imágenes en Internet, y las procesa, tomando elementos de unas y otras, creando una especie de collage que luego te presentará para que le des el visto bueno. Para muchos artistas, esto es una especie de robo: sus dibujos, colgados en la web desde hace años, están siendo utilizados sin su consentimiento, y a veces para fines comerciales (han sacado hasta portadas de discos, y videoclips dibujados por IAs).

Desde finales del año pasado, millones de artistas han estado protestando por las redes sociales, diciendo que no a la IA, y animando a sus seguidores a no usarlas. Argumentan que les quitan su trabajo de años y que su ya de por sí poco demandada profesión corre peligro. También piden una legislación adecuada, porque como esto es nuevo todavía no tenemos ningún tipo de norma que determine lo que se puede hacer y lo que no.

Entre tanta paranoia, muchos artistas empezaron a compartir trucos para diferenciar un dibujo de IA de uno real, ya que hay veces que no es tan fácil como parece. Cuando se hizo Théâtre D’opéra Spatial, tampoco nadie era capaz, y eso que al ver la obra te das cuenta enseguida de que algo no marcha bien: las imágenes no están nítidas, aparecen formas extrañas en el fondo y cuanto más te acercas más te das cuenta de que pasa algo raro. La IA ha mejorado mucho desde entonces; ahora es mucho más complejo asegurarse de que una obra es real. Uno de los estilos que mejor le salen es el anime: los rasgos faciales sencillos y las poses estáticas son muy fáciles de generar. Hace poco se puso de moda un filtro de TikTok que te convertía en uno de estos personajes, y los resultados podían llegar a ser auténticas obras maestras (o un desastre pictórico). Porque si, algo le falla a la IA: las manos humanas. Como muchos artistas, es incapaz de pintarlas, tal vez por su variedad de formas y posiciones. Si ves un dibujo con un número anormal de dedos o longitud diferente de estos, puedes decir sin miedo a equivocarte que es de una IA. Tampoco les cuadra el sombreado y a veces las proporciones.

Por supuesto, no todos los artistas están en contra; algunos abogan por las IAs, no solo usándolas de inspiración y corrigiendo lo que hacen mal para que parezcan más reales, sino también incentivando su uso. Son rápidas y originales, y no te decepcionan si sabes decirles lo que quieres; además, gracias a ellas gente nueva está entrando en el mundo de la pintura.

Frente a todo esto, ¿qué debemos hacer? Bueno, es cuestión de cada uno. No podemos prohibir las IAs y negarnos al cambio, como tampoco es bueno empezar a usarlas para absolutamente todo y conformarnos con lo que estas nos dan. El futuro es incierto, pero los seres humanos siempre hemos sabido seguir adelante. El arte humano no va a desaparecer, como no lo hizo la manera de pintar tradicional cuando salieron los programas de dibujo. Siempre habrá quien pinte y quien esté dispuesto a pagar por una obra de arte, y por supuesto siempre habrá quien sepa apreciar las cosas que hacen los humanos, entre la marea de los robots artistas.

María del Pilar Pavón Garrido

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